GEORGES CARLIN DIXIT (1937-2008)
Paradojas de la matemática social:
de cuando más es menos y de cómo dividir multiplicando.
“La paradoja de nuestro tiempo es que tenemos edificios más altos y personalidades más pequeñas, carreteras más anchas y puntos de vista más estrechos. Gastamos más pero tenemos menos, compramos mucho pero disfrutamos poco. Tenemos casas más grandes y familias más chicas, mayores comodidades y menos tiempo. Tenemos más títulos académicos pero menos sentido común, mayor conocimiento pero menor capacidad de juicio, más expertos pero más problemas, mejor medicina pero menor bienestar. Bebemos demasiado, fumamos demasiado, despilfarramos demasiado y reímos muy poco.
Conducimos demasiado rápido, nos enfadamos demasiado, nos desvelamos demasiado y amanecemos cansados. Leemos muy poco, vemos demasiada televisión. Hemos multiplicado nuestras posesiones pero reducido nuestros valores. Hablamos mucho, amamos poco y odiamos muy frecuentemente. Hemos aprendido a ganarnos la vida, pero no a disfrutar de ella. Añadimos años a nuestra existencia, pero restamos ilusión y amor a nuestros años. Hemos logrado ir y volver de la luna, pero se nos dificulta cruzar la calle para conocer a un nuevo vecino. Conquistamos el espacio exterior, pero no el interior. Hemos hecho grandes cosas, pero no por ello mejores. Hemos limpiado el aire, pero contaminamos nuestra alma. Conquistamos el átomo, pero no nuestros prejuicios.
Escribimos más pero aprendemos menos. Planeamos más pero hacemos menos. Hemos aprendido a apresurarnos, pero no a esperar. Fabricamos ordenadores que pueden procesar mayor información y difundirla, pero nos comunicamos cada vez peor y menos. Estos son tiempos de comidas rápidas y digestiones lentas, de hombres de gran talla y cortedad de miras, de enormes ganancias económicas y relaciones humanas superficiales. Hoy en día hay dos ingresos pero más divorcios, casas más lujosas pero hogares rotos. Son tiempos de viajes rápidos, pañales desechables, moralidad dudosa, revolcones de una noche, cuerpos obesos, y píldoras que hacen todo, desde alegrar y apaciguar, hasta matar. Son tiempos en que hay mucho en el escaparate y muy poco en la bodega. Tiempos en que la tecnología puede hacerte llegar esta carta, y en que tú puedes elegir compartir estas reflexiones o simplemente borrarlas.
Acuérdate de pasar tiempo con las personas a las que dices querer porque ellos no estarán aquí siempre. Acuérdate de ser amable con quien ahora te admira, porque esa personita crecerá muy pronto y se alejara de ti. Acuérdate de abrazar a quien tienes cerca porque ese es el único tesoro que puedes dar con el corazón, sin que te cueste ni un céntimo. Acuérdate de decir “te amo” mirando a los ojos a tu pareja y a tus seres queridos, porque tal vez no tengas más oportunidades. Un beso y un abrazo pueden reparar una herida cuando se dan con toda el alma. Acuérdate de coger de la mano de la persona que amas y atesorar ese momento, porque un día esa persona ya no estará contigo. Date tiempo para amar y para conversar, y comparte tus más preciadas ideas, tus sentimientos más profundos. Y recuerda siempre que la vida no se mide por el numero de veces que tomamos aliento, sino por los extraordinarios momentos que nos lo quitan”.
|
|