BREMMER, J., ROODENBURG, H.: Una historia cultural del humor.
Textos de Peter Burke; Aaron Gurevich; Jacques Le Goff.
Ediciones Sequitur 9788495363015
“Los historiadores empezaron a interesarse por el humor cuando, no hace mucho tiempo, comprendieron que podía ser una clave con la que desentrañar los códigos culturales y las sensibilidades del pasado”[1].
Introducción: humor e historia. Bremmer y Roodenburg
“Entendemos por humor cualquier mensaje –se transmita por el gesto, la palabra hablada o escrita, la imagen o la música- que se proponga provocar la risa o la sonrisa”[2].
“La noción de “humor” es, en rigor, relativamente nueva. Su aceptación moderna queda recogida por vex primera en 1682 en Inglaterra. Hasta entonces la palabra se refería al ánimo mental, al temperamento. La conocida obra de Lord Shaftesburty, Sensus communis: an essay on the freedom of wit and humour (1709)”[3].
“Aunque el humor pretenda incitar la risa, no toda la risa viene provocada por el humor. La risa puede, por ejemplo, ser amenazadora; los etólogos han señalado que la risa surgió acompañando la mueca desafiante que muestra los dientes. (…) aún no se ha logrado inferir coherencia alguna entre los distintos conceptos, términos y usos de la risa (…) los estudiosos lo han intentado (…) pero todos han cometido la misma equivocación: partir de la premisa implícita de que existe algo semejante a una “ontología del humor”, que el humor y la risa son transculturales y a-históricos cuando se trata, en realidad, de fenómenos culturalmente determinados (…) Hasta ahora, la investigación académica en torno al humor ha venido centrándose en la literatura y en la tradición oral (…) Los estudios más destacados son aquellos que establecen relaciones entre los contenidos de los textos humorísticos y las distintas tradiciones literarias (…) pero no alcanzan a relacionar con claridad esos textos con los grupos y culturas que los usaron (…) Los autores de este libro se proponen hacer un análisis más amplio. El humor sirve aquí para acercarse a la comprensión de distintas culturas, de la religión o de distintos grupos profesionales.”[4]
“Debemos a Cicerón el análisis sistemático del humor más antiguo de que disponemos; el segundo en antigüedad, escrito un siglo después por Quintiliano, sigue muchos de sus planteamientos (…) El tratado de Cicerón tuvo vigencia durante el Renacimiento. En 1528 Castiglione retomó, en su Libro del cortegiano, sus planteamientos”[5]
“Por causa de una fuentes predominantemente masculinas no tenemos apenas constancia del humor entre las mujeres a lo largo de la Edad Media” (…) El humor se ha solido asociar con las clases bajas y la cultura popular (…) Estudios recientes han demostrado que gran parte del material humorístico era conocido y, plenamente celebrado, por la clase alta”[6].
“Conviene, no obstante, tener presente que la atención que este libro presta al humor de la élite se debe al sesgo de unas fuentes que no suelen ser obra de los estratos inferiores de la sociedad (…) Erasmo en su Eclesiastés de 1535 sostiene que el buen predicador debía evitar costumbres tales como hacer muecas o gesticular como los bufones, reiterando lo dicho por Cicerón (…) Concluiremos con tres observaciones sobre la evolución del humor a lo largo de la historia: Primero, va cambiando el discurso dominante en función de las épocas. Si en la Antigüedad son los retóricos y filósofos los que marcan la pauta, en la Edad Media serán los monjes y los teólogos los que fijen unas normas que perdurarán. En las regiones reformadas serán los manuales de urbanismo y los escritos de algunos ensayistas. En épocas más recientes los psicólogos y los sociólogos han tomado la delantera; segundo, hay una continua renovación entre los hacedores de humor. En Grecia y Roma el humor comedido se convirtió en patrimonio de la élite social mientras que los bufones y los mimos iban perdiendo reconocimiento oficial. En la Edad Media el bufón se asimila a los cómicos, juglares y mimos; sólo el bufón de la corte logra algún reconocimiento social. Después de la Edad Media se extiende la costumbre de contar chistes. Más adelante aparecen el payaso, el comediante y el escritor satírico siendo todavía un proceso pendiente de estudio; tercero, sobre cómo ha cambiado el humor a lo largo de los siglos”.
“Burke se refiere a la “desintegración” desde finales del XVI del humor tradicional: los ámbitos, motivos y lugares de lo cómico se fueron estrechando; por otro lado, el clero, las damas y los caballeros dejaron de participar en determinado tipo de humor, al menos en público”[7]
Chistes, humoristas y libros de chistes en la antigua Grecia por Jan Bremmer
“Aquellos que intentaron “domesticar” la risa, o incluso, rechazaron el ingenio y la risa: los filósofos conservadores, los espartanos y los primeros cristianos”.[8]
Bufones (pg.12-16)
“En la civilización griega las ocasiones para la risa y la burla no coincidían con las situaciones cotidianas sino con aquellos momentos especialmente señalados para el regocijo y la festividad, sobre todo, en las grandes fiestas religiosas (…) el humor se consideraba peligroso (…). Una de esas ocasiones para la risa era el banquete, donde la elite escenificaba su superioridad (…) A finales de la sexta centuria, la política empezó a desenvolverse en un ámbito específico y dejó de ser monopolio de la aristocracia y el banquete fue perdiendo su importancia (…) A mediados del V aparece el adulador (kolax) que se ganaba la comido lisonjeando a sus anfitriones (…) Originalmente, el parasitos, literalmente “el que come en la mesa de otro”, era un oficiante religioso de los ritos áticos, pero hacia el siglo IV a.C vino a convertirse en el equivalente del kolax (…) Parece ser que estos ejercicios de ingenio se centraban sobre todo en particularidades físicas (…) Parece haber sido un oficio familiar (…) En Atenas, en la segunda mitad del IV, existió un club de bufones llamado “el sesenta” que celebraba reuniones en el Santuario de Heracles en Diomea (…) Los integrantes de este club no eran profesionales sino aficionados de la clase alta ateniense (…) Si tenemos presente que en el siglo IV las bufonadas fueron perdiendo aceptación social, cabe pensar que el club reunió a unos ciudadanos deseosos de contrariar el orden social imperante (…) Las barberías eran el lugar por excelencia del cotilleo masculino”
Los humoristas y sus libros (pg.16-18)
“Por suerte ha sobrevivido un libro de chistes compuesto por un autor anónimo en la antigüedad tardía. Se trata de unos manuscritos anteriores al XI llamados Philogelos o “amante de la risa” que reúnen 265 chistes (…) de los que 110 se refieren a los scholastikos. Se trata del estudiante pedante. La mayoría se recrean en la estupidez o ineptitud social (…) Un ingenioso scholastikos vendió sus libros cuando andaba necesitado de dinero. Luego escribió a su padre: “Felicíteme padre, ya estoy ganando dinero por mis estudios” (nº55) (…) Unos sesenta se refieren a ciudades antiguas (…) Un ciudadano de Cime llevó el cuerpo de su padre al embalsamador. Cuando volvió a buscarlo, el embalsamador, que tenía muchos cuerpos preparados, le preguntó por una señal con la que identificar a su padre. “Solía toser” respondió (nº171) (…) En unos treinta chistes, aparecen médicos (…) Fue alguien al médico scholastikos y le dijo: “Doctor, cuando me levanto tengo mareos al menos durante media hora antes de empezar a sentirme mejor”; el médico respondió: “Levántese media hora más tarde” (nº3) (…) Unos siete chistes se refieren a los videntes o a los astrólogos (…) Por último hay pequeñas secciones dedicadas a los vagos, avaros, cobardes, glotones, borrachos, personas con mal aliento y misóginos”.
La doma de la bufonada y la risa (pg.18-21)
“En las últimas comedias de Aristófanes hay cada vez menos bufonadas e invectivas personales. Se van desarrollando entre la aristocracia ateniense maneras más refinadas que debieron imponer el progresivo rechazo del ataque personal y del humor tosco (…) Jenofonte escribe la Ciropedia, un tratado para la educación de Ciro donde escribe que: “Ciro señala que los persas solo se hacen preguntas de fácil respuesta y solo cuentan chistes que no ofenden a nadie”.
“El creciente rechazo que debió suscitar el humor tosco resulta patenta en varias obras de Isócrates de la década de 350. (Antidosis)”
“Tanto Platón como Aristóteles rechazaron el humor grosero y la obscenidad, e insisten en la bondad de la risa contenida e inofensiva (…) Platón rechaza las bufonadas y pretende abolir la comedia y restringir las bufonadas a los esclavos y a los extranjeros contratados para tal fin. Platón prohibió la risa en La Academia. La comedia ateniense le representó como un cascarrabias (…) La tendencia apuntada por Platón aparece ya plenamente desarrollada en Aristóteles (…) En el IV destacan dos tendencias: la clase alta rechaza las bufonadas cada vez más y la broma insultante pierde aceptación. El humor se “aburguesa” en su refinamiento moral; el contar chistes cedió su sitio al ingenio (eutrapelia, República Platón) que pierde la connotación negativa que tenía en Isócrates.”
El rechazo del humor y de la risa (pg.21-23)
“El primer grupo conocido que rechazó la risa fue el de los pitagóricos (530ac)”
“En Esparta no hay ni hybris ni borracheras ni lenguaje grosero. Jenofonte”
“Basilio y Juan Crisóstomo llegaron a condenar la risa como lo hicieron muchos Padres de la Iglesia. San Clemente de Alejandría en Paedogogus dedica un capítulo a la risa, que debe moderarse pero pretende abolirla. San Basilio de Cesarea fijó criterios parecidos en sus Regulae fusius tractatae, una de sus primeras reglas monásticas (…) El despreocupado disfrute del humor y de la risa es propio de una comunidad relajada y abierta, no de una ideología ascética o de una sociedad estricta.”
“Según el filósofo pagano Iamblico en su obra El modo de vida pitagórico, Pitágoras estuvo en Esparta para estudiar sus leyes. El pasaje de La vida de San Antonio, obra de San Atanasio, donde se dice que el santo nunca rió ni se afligió está copiado casi palabra por palabra de la pagana Vida de Pitágoras, obra de Porfirio (…) Sumándose a esta herencia, Santo Tomás de Aquino recogerá las ideas de Aristóteles sobre la eutrapelia; Pascal retomará el razonamiento.”
Cicerón, Plauto y la risa romana por Fritz Graf (29-37)
“El educado ingenio de la Roma antigua es más ingenioso que el ático”. Cicerón.
“Roma cultivó los dos principales géneros humorísticos, la comedia y la sátira. Quintiliano insiste en que los romanos inventaron y cultivaron la sátira literaria. Pero añade que “en la comedia, estamos rezagados”. Seguramente estimó, siguiendo a Aristóteles, que la comedia ática era mejor. Cicerón había afirmado que que el humor de Plauto igualaba a Aristófanes y el de la comedia antigua ateniense. Esta afirmación debe analizarse en su segundo libro de De oratote. El capítulo de Quintiliano en Institutio oratoria retoma muchos de los argumentos de Cicerón. Quintiliano afirma que Cicerón fue censurado por exceder los límites del ingenio lo que revela la temprana existencia de opiniones dispares en torno a los límites del humor. En su De officiis marca los límites del “decorum” (lo conveniente), un concepto inspirado de Panecio de Rodas que procede de Aristóteles. Cicerón también trata la cuestión en su De oratote y apela al humor como instrumento de persuasión en dos etapas: en la primera esboza los límites del humor y la segunda, a la apariencia corporal. Los límites vienen definidos por su función en la retórica: el ingenio sirve para hacerse con el público sin caer en lo cómico. Según Cicerón, humor en la retórica sirve para administrar la censura dentro de un grupo social. Resulta que en la comedia antigua ateniense, este tipo de humor es fundamental. Las comedias de Aristófanes suelen tener parábasis, en la que el coro se dirige al público y diserta en nombre del autor. Al cambiar las circunstancias políticas, la comedia nueva griega renunció a los temas políticos para abordar los de tipo familiar. La comedia antigua romana, al adaptar obras griegas, mantuvo la tradición de la nueva comedia griega. No había censura social porqué carecían de dimensión política. En el Poenulus de Plauto retrata los malos hábitos del público, humor étnico (a costa de los griegos) que sirve para reafirmar la propia identidad. La comedia griega se sitúa en Grecia y la comedia romana también. Erich Segal concluye que, mientras la comedia ateniense se ajustaba a las normas de su sociedad, la comedia romana podía crear un mundo patas arriba donde las cosas prohibidas están permitidas. La comedia plautina tiene un humor de carnaval, el de la suspensión de las normas de la vida normal. La comedia romana se representaba con ocasión de las fiestas y toda fiesta implica una suspensión de la normalidad cotidiana. Terencio cultiva una comedia con humor tenue, sin bromas hilarantes y sin situaciones de subversión social. El humor carnavalesco tiene una función social: censurar el comportamiento desviado de los miembros de un grupo pero en Plauto no hay censura frontal aunque sí función moralizadora. Ridentem dicere verum, dice Horacio. Plauto incide en su teatralidad, musicalidad, surrealismo, en la diversión por la diversión, evitando el lenguaje indecente y los chistes abiertamente sexuales pero no usa lo cómico con la finalidad que le dieron Cicerón o los satíricos: para acusar y censurar.
La risa en la Edad Media por Jacques Le Goff (41-53)
La risa es un fenómeno cultural. Dependiendo de la sociedad y del período histórico, las actitudes hacia la risa, las formas en que se manifiesta y sus objetivos cambian. La risa también es un fenómeno social; requiere al menos de dos o tres personas, reales o imaginarias. La que provoca la risa, la que se ríe y, en su caso, la que es objeto de la risa. Esta idea ya en Bergson de dimensión social de la risa converge con las de Freud en sus teorías.
Una de las fuentes de la vertiente socio-histórica de la risa se encuentra en el libro de John Morreall, Taking Laughter Seriously (1983). Cinco años después Deccarelli publicó Sorriso e riso y explica que el ridículo mata la risa y que el fin de cualquier risa debería alarmarnos porqué ésta es motivo de placer.
El ruso Alexander Herzen: “Resultaría muy interesante escribir la historia de la risa”
Contexto y objetivos
El estudio de la risa tiene dos vertientes: la de las actitudes de la risa y las manifestaciones de la risa. Deben diferenciarse los textos en los que se juzga a la risa de aquellos que pretenden incitar a ella. Estamos ante una historia los valores y de las mentalidades y por otro, de las representaciones literarias y artísticas: una historia de la risa y una historia de hacer reír. El primer problema surge en los ámbitos: valores, mentalidades, manifestaciones y la estética de la risa. El segundo es lingüístico: la importancia de las lenguas vernáculas que se distancian del latín entre lo popular y lo académico que es poco apropiado para expresar la individualidad de los sentimientos y e las ideas, un idioma poco dado a la expresión de lo subjetivo. De ahí la conveniencia de centrar el estudio en las lenguas vernáculas. No debe limitarse a las palabras, también deben estudiarse la voz, la expresión facial y los gestos así como sus respectivas historias.
Interés por el tema gracias a European Literatura and the Latin Midle Ages de Curtius: ¿rió Jesús en su vida terrenal?. Según Aristóteles la risa es un raso propio del hombre. El homo risibilis, que tiene capacidad de reír.
La risa de los reyes y de los monjes
La Iglesia en un primer momento, rechaza la risa. En el XII se distingue entre la risa buena y mala y se elabora una codificación de los usos de la risa. Uno de los primeros textos es de Alexandre de Halès, doctor franciscano en la Universidad de Paris de 1220 a 1240. Seguirán los textos de Tomás de Aquino y de Alberto Magno, de notable influencia.
(Joinville) El rex facetas “el rey guasón” llegó a ser una figura reconocible en la corte, donde bromear era una función regia casi obligatoria. Documentado en las crónicas inglesas del XII donde el primer ejemplo fue Enrique II.
La evolución de los usos corporales de la risa a lo largo de las grandes transformaciones de las sociedades históricas en “les techniques du corps” de Marcel Mauss.
En las primeras reglas monásticas del siglo V, las referencias a la risa se encuentrsn en el capítulo dedicado al silencio, taciturnitas: la forma más terrible y obscena de romper el silencio es la risa. Desde el siglo VI, sobre todo con San Benito, la risa pasa del ámbito del silencio al de la humildad. La Regula Magistri del siglo VI sirvió como modelo a la regla de San Benito, aunque simplificada.
Tipos de risa (pg.47)
John Morreall distingue tres planteamientos en torno a la risa: la teoría de la superioridad; la teoría de la incongruencia: la risa la provoca la percepción de algo que está fuera del orden normal de la naturaleza o de la sociedad; y la teoría del alivio.
Biblia. Génesis 17 y 18. Abrahán y Sara se ríen. Isaac significa “risa”.
En hebreo hay la risa feliz y la risa burlona; en griego, la risa natural y la maliciosa; en latín sólo el risus. El griego tenía palabra para la sonrisa y el latín construyó su equivalente subrisus que significó durante mucho tiempo, reírse para sus adentros o risa secreta. Se convirtió en sonrisa cuando cambiaron los valores y los comportamientos hacia el XII. Cabe pensar que la sonrisa fue una creación de la Edad Media. La risa no se representa en cuadros pero sí en esculturas la sonrisa.
La risa y la sociedad (pg.50)
Existía el risus monasticus, el joca monacorum (broma escrita recopilada desde el VIII).
También la gab o parloteos donde se contaban historias de guerreros.
Georges Bataille escribe que “la risa es la forma específica de la interacción humana” donde podemos comprender las estructuras de una sociedad y sus modos de proceder.
Conclusión
IV-X: modelo monástico: risa contenida y reprimida al igual que el sueño. Contrapunto de la joca monacorum
Segundo periodo: liberación y control de la risa a consecuencia del laicado y de la literatura vernácula. Se desarrollan la sátira y la parodia. Corte como centro de domesticación de la risa.
Periodo de la risa escolástica y de la casuística. Hay textos dedicados a la hilaris, vultus hilaris –cara sonriente pero no de regocijo- llegará a ser un atributo de San Francisco de Asís.
La risa desenfrenada de las teorías de Mikhail Bakhtin: periodización de la risa, vínculo entre ciudad y espacio público donde se libera la risa; la cultura de la risa.
Bakhtin y el carnaval medieval por Aaron Gurevich (pg.55)
Bakhtin, gran pensador ruso de principios de siglo, en 1965, dedica un estudio a Rabelais y a la cultura carnavalesca de la Edad Media y del Renacimiento. Describe la cultura popular como una cultura de la risa o del carnaval diciendo que la risa era la principal característica de la cultura popular. Divide en dos polos la sociedad de la época: cultura oficial y popular, los agelastoi (los que nunca ríen e incluso odian la risa).
Pero no menciona la Cristiandad ni el Dios cristiano. También un estudio de dos historiadores israelíes demostró que la Iglesia no rechazaba la risa. Desde el comienzo del XIII están los exempla, breves historias didácticas que se incluían en sermones clericales y monásticos que contienen cantidad de elementos para la historia de la risa y del humor. Por otro lado, parece imposible caracterizar la cultura popular como cultura de la risa porqué uno de sus principales aspectos es el del miedo, coexistiendo carnaval y terror. El carnaval sirve como vía de escape al miedo imperante, así que van intrínsecamente ligados. Los estudios de Bakhtin son muy interesantes pero sesgados por falta del limitado acceso a la información en la época de Bakhtin y por ser unilaterales, crean una paradoja historiográfica. La noción de cultura popular es vaga y en el medioevo es difícil de discernir entre cultura popular y docta. Pero sí había niveles mentales: el de la cultura oficial (religión) y la de las supersticiones.
Fronteras de lo cómico en Italia, 1350-1750 por Peter Burke (pàg.63)
¿Cuándo una broma deja de serlo?¿Cómo influye el paso del tiempo en lo cómico? (ensayo de Robert Darnton sobre la masacre del gato para captar lo ajeno). Lo que ha dejado de ser gracioso.
El sistema de lo cómico en Italia, 1350-1550
Desde Bocaccio a Bandello, desde la Peste Negra a la Contrarreforma. Burckhardt dedica en su conocido ensayo sobre el Renacimiento algunas páginas a la parodia y humor modernos. El italiano tenía mucho vocabulario para expresar el humor. En la Italia renacentista sorprende la permeabilidad de los límites: Mattello, bufón de la corte de Mantua, se disfrazó de fraile y parodió los ritos eclesiásticos; los curas podían ser bufones como Fray Mariano en la corte de León X. ¿Es la risa un fin en sí mismo?. Puede servir también como instrumento de venganza. Según Vladimir Propp, la ritualidad de la risa en momentos específicos.
Abundaban los géneros cómicos: comedia culta o popular, comedia buffa de arlequín en la commedia dell’arte, cuentos y relatos, recopilatorios de anécdotas (facezie), la parodia era apreciada tanto en prosa como en poesía, gustaban las paradojas, como los elogios burlescos de Berni o Lando y los versos absurdos de Burchiello. Las artes plásticas también tenían sus formas cómicas: el Palacio del Te de Mantua con paredes que se desmoronan en sus frescos.
La beffa
Aunque la burla no sea un fenómeno universal, la recurrente fiura del bromista en el folklore mundial indica que se trata de una manifestación muy extendida. (Panurge y Hill Eulenspiegel). Florencia la capital Della beffa. Decameron Boccaccio, las historias de Sacchetti, en el siglo XV los cuentos de Masuccio Salernitano y Sabandino degli Arienti, en la novella del XVI (Antonfrancesco Grazzini, recopilatorio las Cene; en Matteo Bandello: 70 beffe en 214 novelle); en las obras de teatro del siglo XVII como Mandragola de Maquiavelo o Il marescalo de Pietro Arentino (la “novia” es un paje).
Las historias están estilizadas y circulaban en forma oral y escrita, hay variantes.
La literatura de ficción es un buen reflejo de la fantasía y de la imaginación colectivas. La taberna era el lugar más beffe y en tiempos de carnaval; encender las fuentes en la aristocracia y que se mojen…
Los límites de la burla: frontera entre el engaño inofensivo y la broma pesada. En el norte de Italia, en el XVI, dare la burla se refiere a falsas promesas de matrimonio.
- La beffa se consideraba una obra de arte según Burckhardt. La víctima podía devolver la agresión. También se celebraba el contracambio: el beffatore, beffato.
- Era una forma útil de burla en una sociedad competitiva calificada como “cultura de farsa”, gobernada en palabras de Maquiavelo, por zorros y no por leones.
- Podía servir para humillar en una sociedad donde el honor y la vergüenza eran valores cardinales. Las bromas no son divertidas para todos.
- Bakhtin: el estrato corporal inferior. Escatológico: la otredad de la Italia del XVI.
- La distancia cultural: la parte divertida de párrocos y frailes. Enanos en la corte.
Los cambios en el sistema (1550-1650)
Tesis de Welford sobre el “declive de los bufones de corte” en el XVII y “desintegración de la risa popular” por Bakhtin.
Italia de la Contrarreforma: algunas formas tradicionales de burla fueron objeto de crítica por parte del clero extranjero, desde Erasmo (carnaval) a Ecolampadio (Pascua), merecen ahora condena por razones religiosas y morales. Arentino se une a Lutero y Calvino en el Índice de los Libros Prohibidos.
Ofensiva cultural de la Contrarreforma. A las beffe escritas se les añadía moraleja. Retoques, mutilaciones, comparecencia ante la Inquisición, indulto de Decameron por Cósimo de Medici, duque de Florencia, aunque purgados. San Carlos Borromeo denunció las representaciones pascuales que inducían a la risa. El Papa Pío V promulgó un decreto contra la risa “sin moderación” en la iglesia, etc.
Esta ofensiva clerical forma parte de un cambio más amplio en las actitudes (clase alta) desde el auge del clasicismo en el arte hasta la auto-exclusión de la clase alta de la cultura popular; lo que Norbert Elias describió como el desarrollo del auto-control o de la “civilización”.
Los cambios en la beffa
Manuales de etiqueta cortesana de Castiglione con Cortegiano y Giovanni Della Casa con su Galateo. Período de reducción de lo públicamente permisible. La beffa es depurada. Las clases altas empezaron a inclinarse por el ingenio y el humor verbal. Auge de las Academias. El retórico XVII Emmanuel Tesauro dio forma a un nuevo ideal de elegancia que descalificaba las “bromas populares” (facetie popolari), prefiriendo las ocurrencias verbales a las bromas pesadas dentro del periodo barroco donde se apreciaban los juegos de palabras y las caricaturas, inventadas en los círculos de Carracci y Bernini en la primera mitad del XVII. El siglo XVIII conoce una recuperación del Renacimiento pero filtrado. Varios textos del XVI volvieron a imprimirse pero revisados.
Han cambiado las fronteras sociales del humor. Lo que en siglo XIV era un uso social generalizado queda ahora circunscrito a los jóvenes de la clase trabajadora. Hay una desintegración de las formas tradicionales de humor desde el siglo XVI en adelante.
Lo cómico y la contrarreforma en los Países Bajor españoles por Johan Verberckmoes (pg. 79)
La Contrarreforma fue tanto una campaña de cristianización como una reacción contra todo tipo de viejos hábitos cuya reforma ya había comenzado en el Concilio de Trento (1545-63) y desde fuera de la Iglesia. La risa se asociaba a la sensualidad, desenfreno y licencia y se consideraba perniciosa para el buen cristiano. El humanista y profesor Erycius Puteanus defendió en 1611 públicamente la risa y a Demócrito, expuso la tesis de que la risa es una expresión de sabiduría. También Felipe Neri entre otros entienden que la risa puede tener un profundo significado religioso y expresión de auténticos sentimientos cristianos. El argumento más convincente a favor de la risa cristiana recibía el nombre de eutrapelia. Según Aristóteles en su Ética a Nicómaco, la eutrapelia es la capacidad de ser civilizadamente divertido. Tomás de Aquino interpretó esta eutrapelia como risa moderada que no entorpece la caridad. En el XVII, Francisco de Sales defendió esta eutrapelia cristiana en su Introduction à la vie dévote, texto de gran influjo en la Holanda española.
Pero a pesar de las múltiples declaraciones públicas invitando a moderar la propia risa, la Contrarreforma también tuvo su propio humor desenfrenado. Hasta mitades del XVII algunos jesuitas utilizaban el púlpito para mofarse de sus adversarios y en los panfletos y carteles usaban un lenguaje rabelaisiano. Los chistes sobre ministros reformados eran populares en las tradiciones orales.
En los Países Bajos españoles se siguieron publicando libros de chistes hasta 1627 y luego no se imprimieron más pero se vendían ediciones antiguas.
Lo que es más importante y relativamente nuevo con respecto al XVI son los chistes centrados en las prácticas cristianas y en la posición dominante del sacerdote en su parroquia. Los chistes, incluso los escatológicos, fueron un elemento más de la cultura de la Contrarreforma en los Países Bajos españoles.
Libros de humor en prosa principalmente en la Inglaterra de los siglos XVI al XVIII Por Derek Brewer
Un chiste es una pequeña manifestación artística de carácter verbal que pretende suscitar la risa. En principio oral, se dirige a un grupo cerrado y suele expresarse en prosa. Trata de acontecimientos y preocupaciones de la vida cotidiana y forma parte de la cultura de una sociedad dada e indica aquello que esa sociedad tiene por divertido.
La necesidad de un entorno social
El propósito del chiste es reforzar la cohesión del grupo y tiende a reafirmar los prejuicios populares (chistes étnicos). Los de corte tradicional suelen ser políticamente incorrectos porqué expresan la hostilidad de la gente corriente ante las minorías dominantes con las que no se identifica.
Abordemos la historia del género, destacando en primer lugar sus circunstancias culturales: la pertenencia social y las condiciones de los hombres y las mujeres involucrados.
La Antigüedad y la Edad Media tuvieron sus chistes, pero se considera el primer libro de chistes el Facetiae de Poggio Bracciolini (1380-1459), chismorreos, en latín, que corrían durante los descansos de los secretarios papales en Roma y que se originan en un entorno culto y cohesionado. Fueron impresos en 1477. Muy influyente es el libro de Baldassare Castiglione (1478-1529) Il libro del cortegiano (1528).
Los libros cortesanos del medioevo no suelen referirse al arte de la conversación y menos aún a los chistes pero, a partir del siglo XVI, se referirán a ambos asuntos con la intención de evitar la indecencia. Un ejemplo es el The Refin’d Courtier, or A Correction of Several Indecencias Crept into Civil Conversation . Este libro parafrasea el libro cortesano de Il Galateo, de Giovanni Della Casa, en el que se hace hincapié en el decoro y el autocontrol.
Estas obras extranjeras empezaron a influir en la clase alta inglesa del XVI en un contexto humanista. Se escribieron tratados de retórica y el más importante en la Inglaterra del XVI fue The Art of Rethorique, for the Use of all Suche as are Studious of Eloquence, de Thomas Wilson (1553). Destaca por su originalidad y viveza de estilo.
En el siglo XVII destacan Burton y Pepys. Robert Burton (1577-1640) tiene un carácter más general. Escribió The Anatomy of Melancholy en 1621 y analiza las causas y los remedios de la melancolía amorosa y sobre todo religiosa.
Los chistes presuponen unos grupos sociales y una manifestación oral. Burton apunta como posibles escenarios la taberna o los que recrean obras de Shakespeare como aposentos de la nobleza, círculos burgueses y artesanos, casas episcopales e incluso iglesias con sus numerosas descripciones de la sociedad de la época.
El diario de Pepys nos proporciona unas extraordinarias estampas de la alegre vida social londinense del XVII. Los tipos de humor son muy variados.
Existía por lo tanto la costumbre de repetir o recopilar chistes y cabe pensar que, estas historias, fluían entre lo oral, lo escrito y lo impreso. Las mujeres no solo podían estar presentes sino que podían participar.
El interregno puritano de 1640-1660 pudo coartar algo el humor con la Ley sobre la censura de 1643 pero se seguían publicando libros de humor y a partir de 1660 proliferan aún más.
Curiosamente, Burton no cree que los chistes sean un remedio contra la melancolía sino su causa: el chiste de un grupo es el dolor de otra persona y aboga por la cordialidad considerando que no hay bondad alguna en los chistes. Debió pasar gran parte de su vida solo, adquiriendo esos prodigiosos conocimientos y escribiendo con ese estilo igualmente prodigioso. Burton inaugura el proceso de separación entre el erudito y la corriente general de la cultura. Pepys, por su parte, comenta la “absurda naturaleza de los ingleses, que no pueden evitar burlarse de todo lo que les resulta extraño”.
La cultura popular incluye a los caballeros
Los caballeros también hacían sus propias compilaciones manuscritas como Pepys. Sir Nicholas Le Strange (1603-56) escribió Merry pasajes and Jests. Anthony à Word menciona The Merry Tales of the Mad-men of Gottam impresa, según dice en tiempos de Enrique VIII que tuvo muchas reimpresiones. A Hundred Merry Tales proceden de un círculo docto, los humanistas relacionados con Sir Thomas More (conocido bromista).
Los libros de humor y la literatura inglesa
Burton menciona un ejemplo de “inofensivas bromas de los grandes hombres”, la del campesino borracho, sacada de una historia de Borgoña, escrita en latín y publicada en 1584. Shakespeare recrea la broma en dos de sus obras. Probablemente procedente de Asia (como en las Mil y una noches que no llegó a Europa hasta el XVII). Shakespeare se desenvuelve con facilidad entre la clase alta y la baja. Es un antiguo pero sus príncipes y cortesanos siguen la tradición humanista de la diversión propia de caballeros. Combina chistes tradicionales con las réplicas ingeniosas con bondad, humanidad y compasión a diferencia de las burlas tradicionales. Sus chistes sexuales no son groseros y las referencias escatológicas son escasas.
Ravelais y Cervantes ejercieron un gran influjo sobre la novela británica por ejemplo en las historias de Swift del XVIII cuando florece la escritura satírica con un tono un poco diferente. Chaucer pasa de poeta del amor a poeta satírico y algo indecente.
La broma pesada desaparece de los libros hacia 1700. Según Lord Chesterfield la risa es ordinaria, de mala educación más allá de “la chocante distorsión de la cara que ocasiona”.
El bromista: continuidad y cambio
Una rápida visión a la historia de los locos y bufones de corte puede aportar nuevos elementos a este complejo tema. Enid Welsford estudia el caso particular de Archie Armstrong. Los niveles de libertad de estos eran variables y en algunas sociedades los mantuvieron hasta el XVIII. Shakespeare es el que mejor uso hizo de los locos/bufones/burlones recreando la tradición popular pero con más humanidad. A finales del XVII hay una clara relación entre el loco/bufón y escenario. Thomas Killigrew, un Falstaff, y su hijo y con ellos acaba una era. Las víctimas del humor cambian, los chistes de desdichados pierden popularidad y hay menos mofa sobre los jorobados.
Los libros de humor no tuvieron claros propósitos antirreligiosos. Scott apunta al rechazo de la indecencia pública que el XIX confirma.
La conversación amena: urbanidad y jocosidad en la Holanda del siglo XVII por Herman Roodenburg (pg.117)
Demanda Holanda de libros humorísticos. Desconocemos autores y recopiladores.
Consumidores intelectuales.
Manuscritos de uso privado. Sobreviven: el documento escrito por Samuel van Huls el Viejo, concejal de La Haya y la obra de van Overbeke que coinciden. Nos centraremos en la figura de van Overbeke, en su proceder y su contexto así como sus oyentes y ocasiones en que se contaban sus chistes.
Aernout van Overbeke (1632-74), abogado, cronista y humorista, violinista.
Los 84 barquillos.
Recopilación con unos 2500 chistes y anécdotas: Anécdota sive historiae jocosae. Varios tipos de humor y en diferentes idiomas.
De familia acomodada e intelectual, mecenas y coleccionista. Muere el padre, deudas, venta cuadros. Abogado, manirroto contrae muchas deudas y huye a Yakarta en buena posición en el tribunal superior de las Indias Orientales Holandesas cuatro años. Regresa convertido en un héroe nacional.
La conversación amena
El arte de contar chistes era, no obstante, elemento integral del arte de conversar, de la acción comunicativa de las clases superiores. Se esperaba de la gente educada que supiera no ya solo entablar conversación, sino ser ingeniosa y divertida, una virtud sobre la que insistían los paladines de la urbanidad.
“Una recopilación de anécdotas y máximas es para un hombre de mundo el tesoro más preciado, cuando sabe cómo sembrar las primeras en los lugares apropiados de la conversación y recordar las últimas en los momentos oportunos”. Goethe
Las bromas deben ser espontáneas y brotar en la conversación. Incluso los comentarios de Quintiliano sobre la risa servían para estos ejercicios de sociabilidad. Pero a finales del XVII los géneros se separan y la elite fue alejándose de la recreación humorística.
Melancolía, intelectuales y cultura cómica
Los libros de humor también se leían en silencio. Pero el aburrimiento también podía combatirse en sociedad. La conversación y la buena compañía también podían disipar la melancolía. Se excusa a Rabelais en ser grosero por ser de otra época y a finales del XVII, cuando el modelo de sociabilidad empezó a converger con el modelo estético, se desprecia esa libertad rabelaisiana. Influidas por los códigos de urbanidad, la elite dejó de disfrutar de la baja comedia con toda su corporeidad. Los géneros no volvieron a mezclarse. La elite fue alejándose no tanto de la cultura popular como de la recreación humorística que esa misma elite había hecho de esa cultura o de lo que tenía como tal.
Las claves de la comicidad de Jan Steen. Estrategias y funciones de la pintura cómica en el siglo XVII por Mariët Westermann (pg.139)
Igual que Rembrandt, Steen solía pintar autorretratos con diversas apariencias pero Steen se representaba divertido y no serio y ofrece muchas posibilidades para estudiar el género cómico en la pintura. Otros referentes son Adriaen van de Venne, Andriaen Brouwer y Judith Leyster. Su primer biógrafo fue Arnold Houbraken y fue discípulo de Jan van Goyen. Se casa con la hija de este y arruina la compañía cervecera de su padre.
En los Países Bajos, los teóricos de lo cómico se basaron en las poéticas clásicas y renacentista para determinar qué temas convenían al género de la comedia y qué modalidades de representación eran adecuadas para ellos. En 1638, Cornelis vanden Plasse, editor de las obras completas del poeta cómico Gerbrand Adriaensz Bredero, enumera los asuntos cómicos clásicos: “Las comedias saltaban alegremente a escena con las gentes más humildes, la escoria de la sociedad, pastores, campesinos, trabajadores, mesoneros y mesoneras, alcahuetas, putas, comadronas, marineros, manirrotos, vagabundos y gorrones: en campos y bosques, en chozas y tiendas, posadas y tabernas, en las calles y callejones, en los suburbios, en el mercado de la carne y en el del pescado”. Junto con burgueses, médicos, gentes de leyes y avaros, son un catálogo de pinturas de la época. Repetían la idea aristotélica de que el poeta cómico representa a la gente tal como es, o peor de lo que es. Esa descripción realista del comportamiento humano obligaba a tratar cuestiones corporales aunque va refinándose en el XVII y limpiando textos e imágenes.
En los chistes pintados la información era fácilmente comprensible para todos:
-ropa del médico obsoleta: incompetencia. Habitual en los bobos de las obras de teatro.
-arenque/cebollas: símil jocoso de la sanación.
-atuendo bufón: gorro con aberturas en el ala.
-Lavativa: jodienda.
Conjetura: el placer y la risa sirven para aprender mejor las verdades importantes, que proporcionan un alivio divertido y necesario a la mente dedicada al estudio, que llenan el tiempo vacío y alejan el sueño. Como la música y el vino, solía aducirse que la risa de las diversiones cómicas era un remedio eficaz contra la melancolía.
La comedora de ostras: advertencia al espectador: “ten cuidado”. Ostras afrodisíacas. Pimienta: picante. Sal: Una falsa idea popular era que la sal servía para atrapar pájaros, y el pájaro era por entonces una metáfora de los genitales masculinos y de su dueño. Pero la forma en que la muchacha maneja la sal promete otros placeres más refinados. “No hay que olvidar la sal” significa, en el saber popular del XVII, que ella es virgen. Y sin embargo su forma de mirar y lo que hace sugieren otra cosa. En la teoría literaria, y especialmente en la del epigrama, la sal era una metáfora de lo punzante, lo inesperado e ingenioso. Constantijn Huygens, maestro del puntdicht o epigrama mordaz, y uno de los más altos funcionarios del país, escribió:
"El poema rápido y salado divierte al hombre avisado
Pero para el paladar del común no es alimento adecuado;
Salad lo que decís, que al plato salado no alcanza el patán;
Ni en cien lectores hallaréis uno que comprenda la sal de verdad”.
(Em salto la Hilaridad parlamentaria en la Asamblea Constitucional Francesa (1789-91))
El humor en la esfera pública en la Alemania del siglo XIX por Mary Lee Townsend
La censura reprime pero se escurre entre el humor y la sátira en los periodos anteriores a las revoluciones europeas de mitades del XIX así como en los albores de la caída del muro de Berlín, 1989 en las sociedades donde hay un enorme cambio social caracterizado por la industrialización, la urbanización y la movilidad social. En Alemania aparece el Berliner Witz que mezcla caricatura y arte, cultura popular y académica. Se hace uso de texto e imágenes. Algunos inciden en que el humor acalla las masas y distrae y disipa, con lo que es beneficioso para el Estado.
El humor hace partícipe al individuo en el grupo y es un elemento integrador y definidor de un tipo de sociedad.
Nante Eckensteher, Fernando “apoyado en la esquina”, robusto y descarado representante de la clase baja. Demuestra el crucial papel que representó el humor en la creación de una esfera pública en la Europa central.
Nante en la calle Grub
La comercialización del humor. No hay tranquilidad después de 1789 en las monarquías europeas y en el Congreso de Viena de 1815 se intenta volver al antiguo régimen. En Alemania desemboca en los Decretos de Carlsbad de 1819, rigurosas leyes para suprimir cualquier forma de oposición política. La censura se agudiza y del humor se extraen muchas críticas presentadas inocentemente. Nace el humor popular comercial en variedad de formatos y muy popular en sus vertientes dialectales. La alfabetización contribuye a la lectura de estas sátiras; el ferrocarril ayuda a la difusión y las innovaciones tecnológicas las hacen llegar a más gente. Se popularizan en los estratos sociales más bajos y pasaban de mano en mano. Aparece la figura del censor. Nante pasa a encarnar a todo el Volk alemán dando forma a las esperanzas, temores y fantasías de la burguesía en torno al “vulgo corriente”.
El Eckensteher en la realidad y en la ficción
Nace como personaje secundario en una obra de teatro local. El actor aporta sus matices y lo enriquece. El personaje se hace popular y hay disputas de paternidad. Se puede traducir como holgazán que espera por las esquinas a ver si encuentra algún trabajo. En los años 30 del XVIII muchos había así y la policía cerró el registro de Eckensteher y prohibió holgazanear en las calles aunque seguía vivo en el teatro, las caricaturas y la literatura satírica.
Nante: quién ríe el último
Su humor consistía en cháchara insustancial, juegos infantiles de palabras y chistes inofensivos. Un Eckensteher escribe un tratado de “viel-o-sauf-ische”, palabra que combina “filosofía” y (literalmente) “mucha bebida”, y se gana así el título de “Doctor en Sentido Común”. Desahoga sus problemas con asuntos universales:
“Dentro de cien años la inventarán (mujer hecha de goma). Siempre será sumisa, aunque el marido sea irritable”.
Nante y su hijo son empujados por una joven en la muchedumbre: “Oiga, está usted demostrando ser muy enérgica. ¿No será hija del líder parisino George Sand, que ignora usted su naturaleza femenina?”.
El tema más extendido fue el alcohol y constantemente se le representa en tabernas o embriagado, reflejando a los que ocupaban las horas con licor de patata. El borracho es cómico pero despierta compasión. Nante es perezoso y falso. La indigencia se multiplica en Prusia.
Humor, risa y trabajo de campo: apuntes desde la antropología por Henk Driessen
El humor es divertido y serio y nos hace entender el pensamiento de una cultura determinada.
El análisis antropológico del humor
Importancia de la contextualización. El análisis más sistemático es de los 80 por Mary Douglas, “Control social de la cognición: algunos factores de la percepción del chiste”.
Otro el de Christie Davies sobre el humor étnico.
Artículo de Horace Miner sobre los rituales corporales Sonacirema (exotizar)
La risa sin chiste para deshacer la tensión ya que la risa hace soportable lo insoportable. Hay que saber descifrar el sentido del humor para desenvolverse en una cultura extraña.
[1] Pg.1 del prólogo
[2] Pg.1
[3] Pg.1
[4] Pg.3
[5] Pg.4
[6] Pg.5
[7] Pg.7
[8] Pg.12